En la India no hay pobreza. En la India hay miseria. Que es mucho peor y mucho más grave. Se ve por todas partes y en algunos puntos roza lo sobrecogedor. En Varanasi, en la ciudad santa India, algunos de los ancianos que hasta allí se acercan para morir sin más pertenencias que un trozo de tela anudada al cuerpo, suplican tirados en el suelo por un puñado de arroz. Es la pobreza llevada al extremo. Es el morir de anciano contra el morir por inanición. Es la lucha de la desdicha contra la injusticia. Así son las calles de la “Ciudad de los Muertos”. Así son las calles de Varanasi.
Todo el mundo que visita la India sabe que se enfrenta a no de los países más pobres del planeta. Pero hasta que no estás allí no te puedes imaginar hasta donde puede llegar esa pobreza.
Es la nada absoluta. Son los niños vagabundeando semidesnudos por la vías de la estación, son los moribundos tirados en las calles, son los amputados olvidados en un rincón putrefacto, son los cadáveres en vida de quienes no pueden llevarse ni un trozo de pan a la boca. Y son muchos. Muchos más de los que tu cabeza puede imaginar.
Y al llegar a Varanasi el término pobreza alcanza su máxima expresión. Hay dos razones principales para ello. La primera es que muchos hindúes abandonan lo que tienen, si es que tienen algo, y se ponen en camino a Varanasi para esperar allí la muerte. De suceder así, terminará su ciclo de reencarnaciones. Y muchos ancianos a cuyas vidas les quedan instantes vagan por la ciudad sin un rumbo fijo. La segunda es que el hinduismo insta a la limosna. Y como esta es una ciudad de peregrinaje hindú, es un buen lugar para estirar la mano y que tus compadres se acuerden de sus deberes religiosos y muy especialmente de sus deberes humanos.
Esta mezcla de ingredientes hacen que muchos ancianos sin más posesiones que el trozo de ropa que visten, se acerquen hasta los Ghats y colocados convenientemente en zonas de paso rueguen a las personas por un trozo de alimento.
Y he dicho alimento. Por supuesto que aceptan dinero. Pero su única petición es para cubrir la única necesidad que tienen: alimentarse. Con un cuenco y tirados en el suelo, se lo enseñan a los transeúntes que en ocasiones les dejan un puñado de arroz. A veces dos. Y en ocasiones también alguna moneda.
Sus caras son las caras del dolor. Son las caras del sufrimiento. Heridos, amputados, con lepra, delgados hasta el punto de que todos sus huesos se hacen perceptibles, demacrados, sucios, abandonados…
Así es la pobreza en Varanasi, un punto más allá de la pobreza India y una vuelta de tuerca al concepto de miseria. Uno de esos lugares que no te puedes perder una vez estás en la India aunque, por otra parte, es uno de esos lugares que no te debes perder una vez estás en este planeta. Es una ciudad diferente, sobrecogedora, espiritual, caótica y difícil donde la pobreza alcanza el rango de miseria y toca a un número muy alto de la población. Es la pobreza elevada a su máximo exponente donde ya se da la mano con la muerte.
